Ecoarte ancestral: La respuesta aborigen al cambio climático

El arte eco­ló­gi­co está amplia­men­te reco­no­ci­do como movi­mien­to artís­ti­co con­tem­po­rá­neo. Los artis­tas con con­cien­cia eco­ló­gi­ca res­pon­den con sus obras a las ame­na­zas medioam­bien­ta­les moder­nas, como el cam­bio cli­má­ti­co. Sin embar­go, el arte eco­ló­gi­co no es un fenó­meno nue­vo. Los abo­rí­ge­nes aus­tra­lia­nos se han cen­tra­do en el medio ambien­te a tra­vés de la cul­tu­ra y la espi­ri­tua­li­dad duran­te mile­nios. Cuan­do se pro­du­jo el cam­bio cli­má­ti­co pre­his­tó­ri­co, die­ron sen­ti­do a los cam­bios de la tie­rra, el agua y el cie­lo a tra­vés de pin­tu­ras rupes­tres. Pode­mos enten­der esto como anti­guo ecoar­te.

Instalación de arte ecológico de las Siete Montañas Mágicas.
Sie­te Mon­ta­ñas Mági­cas.

Afrontar el cambio climático prehistórico

Duran­te la tran­si­ción Pleis­to­ceno-Holo­ceno, hace apro­xi­ma­da­men­te entre 15.000 y 7.000 años, nues­tro pla­ne­ta salió de la últi­ma gla­cia­ción y expe­ri­men­tó un calen­ta­mien­to glo­bal. El aumen­to del nivel del mar trans­for­mó Aus­tra­lia. Los abo­rí­ge­nes se con­vir­tie­ron en refu­gia­dos cli­má­ti­cos pre­his­tó­ri­cos, huyen­do hacia el inte­rior para esca­par de la ero­sión cos­te­ra. Fuer­tes tor­men­tas inun­da­ron el seco inte­rior con­ti­nen­tal. El pai­sa­je se vol­vió húme­do y de un ver­de exu­be­ran­te. Las char­cas se inun­da­ron y las ser­pien­tes emer­gie­ron del sub­sue­lo, mien­tras cria­tu­ras des­co­no­ci­das como los peces pipa lle­ga­ban a la cos­ta y el arco iris apa­re­cía en el cie­lo.

Exuberante bosque verde.
Exu­be­ran­te bos­que ver­de, guen­ter­gu­ni, 2011.

Abrazar la Ecoteología: La serpiente arco iris

Final­men­te, el nivel del mar se esta­bi­li­zó hace apro­xi­ma­da­men­te 6.000 años. En la Tie­rra de Arnhem, don­de muchos abo­rí­ge­nes man­tie­nen hoy su cul­tu­ra tra­di­cio­nal, el cli­ma se asen­tó en la esta­ción seca y la esta­ción húme­da mon­zó­ni­ca. Alre­de­dor de esta épo­ca, las pin­tu­ras rupes­tres abo­rí­ge­nes empe­za­ron a repre­sen­tar la “Ser­pien­te Arco Iris”. Esta pode­ro­sa cria­tu­ra es un ser ances­tral, cono­ci­do por haber crea­do el uni­ver­so. Se aso­cia con el agua, la vida y la fer­ti­li­dad.

Cuan­do se pro­du­je­ron con­flic­tos cli­má­ti­cos pre­his­tó­ri­cos, los abo­rí­ge­nes res­pon­die­ron con la eco­teo­lo­gía. La creen­cia en las Ser­pien­tes Arco Iris se exten­dió por toda Aus­tra­lia. Las pin­tu­ras rupes­tres con­ta­ban his­to­rias uni­fi­ca­do­ras de la Ser­pien­te Arco Iris, que via­ja entre char­cas uti­li­zan­do el arco iris, rea­li­zan­do actos de crea­ción y des­truc­ción. Pro­vo­ca tor­men­tas e inun­da­cio­nes, dan­do paso a las esta­cio­nes húme­da y seca. Las colo­ri­das pin­tu­ras rupes­tres repre­sen­ta­ban Ser­pien­tes Arco Iris, ins­pi­ra­das en peces pipa, ser­pien­tes y arco iris. Este anti­guo arte eco­ló­gi­co expli­ca­ba la alte­ra­ción del cli­ma y nor­ma­li­za­ba las extra­ñas cria­tu­ras arras­tra­das has­ta la ori­lla.

Las pinturas rupestres afirman la Vida

Pintura rupestre en una cueva del norte de Australia, que muestra un barco en el océano.
Pin­tu­ra rupes­tre en una cue­va del nor­te de Aus­tra­lia, Darrell Lewis, 2023.

Los abo­rí­ge­nes expre­sa­ban la eco­teo­lo­gía a tra­vés del arte. El arte rupes­tre les ani­mó a enfren­tar­se al cam­bio cli­má­ti­co, sacan­do fuer­zas de una cul­tu­ra com­par­ti­da y unos orí­ge­nes comu­nes. Los ritua­les artís­ti­cos son comu­ni­ta­rios y reafir­man la vida. Los artis­tas pin­tan la vida huma­na, ani­mal y vege­tal con los colo­res del arco iris para mos­trar una vita­li­dad pal­pi­tan­te. Cuan­to más “arco iris” ten­ga algo, mayor será su fuer­za vital y su esen­cia espi­ri­tual. Repin­tan las pin­tu­ras de sus ante­pa­sa­dos para reju­ve­ne­cer los colo­res y conec­tar pasa­do, pre­sen­te y futu­ro.

Las pin­tu­ras rupes­tres trans­mi­ten sabi­du­ría inter­ge­ne­ra­cio­nal y filo­so­fías mora­les sobre el medio ambien­te. Los abo­rí­ge­nes creen que el cos­mos es un sis­te­ma vivo que res­pi­ra. Toda la natu­ra­le­za está inter­co­nec­ta­da y com­par­ten lazos de paren­tes­co con todas las cria­tu­ras. Ellos ‘pien­san el uni­ver­so,’ y el uni­ver­so cui­da de ellos. En con­se­cuen­cia, el prin­ci­pio de reci­pro­ci­dad mutua rige sus inter­ac­cio­nes con los eco­sis­te­mas. Los abo­rí­ge­nes se con­si­de­ran cus­to­dios de la tie­rra, el agua y el aire. La natu­ra­le­za les pro­vee y a cam­bio enri­que­ce su cul­tu­ra. Su rela­ción con el medio ambien­te no es de explo­ta­ción, sino de bene­fi­cio mutuo.

El Eco-Arte Cambia nuestro paradigma

El ecoar­te abo­ri­gen debe­ría ins­pi­rar a artis­tas y eco­lo­gis­tas con­tem­po­rá­neos. A medi­da que el cam­bio cli­má­ti­co se desa­rro­lla hoy en día, nos enfren­ta­mos a la pers­pec­ti­va de una migra­ción glo­bal y un con­flic­to cli­má­ti­co. Los abo­rí­ge­nes sufrie­ron el caos cli­má­ti­co hace mile­nios. En res­pues­ta, cons­tru­ye­ron una socie­dad cons­cien­te del medio ambien­te que sigue abo­gan­do por la con­ser­va­ción eco­ló­gi­ca. Tene­mos la opor­tu­ni­dad de aco­ger un cam­bio de para­dig­ma.

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Escri­to por Kya Brooks
3 de sep­tiem­bre de 2024

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