Más allá de la etiqueta: ¿Cuánto cuesta realmente la moda rápida?
La moda siempre ha tenido un ciclo rápido de cambio de tendencia. Mirando a través de la historia, parece haber una brecha cada vez más pequeña entre la obsolescencia y el resurgimiento de lo que se considera “de moda”. En la última década, hemos visto despertar a las hombreras de su tumba posterior a los 80 y hemos visto a las mujeres reclamar una versión recién liberada de la parte superior del corsé del siglo XVIII. Tomar prestados y mezclar estilos es parte de lo que hace que la evolución caótica de la alta costura sea tan emocionante. Se supone que la moda se mueve rápido.
Pero, ¿cuánto de rápido es demasiado rápido?
La “moda rápida” ha adquirido recientemente un significado completamente nuevo, emergiendo como una forma para que los consumidores persigan las evoluciones de las tendencias de alta moda a precios de mercado bajos y asequibles. Este fenómeno dio lugar a los gigantes de la moda rápida de hoy, incluidos Zara, Forever 21, SHEIN, TopShop y H&M, que han dominado el proceso de filtrar las microtendencias en el mercado a bajo coste y con tasas de producción de alta velocidad.
Al igual que la vida útil de estas microtendencias, las marcas de moda rápida no son solo rápido, pero la velocidad del rayo, con plazos de entrega del diseño a la tienda de tan solo 15 días. Este nivel de eficiencia permite a las marcas cambiar fácilmente sus colecciones y presentar a los consumidores una amplia variedad de opciones constantemente actualizadas.
Si bien el concepto suena atractivo, hay mucho más en esta locura que lo que los consumidores ven mientras están en la cola de pago de Zara. La falta de transparencia que muestran estas marcas deja a los consumidores con una serie de preguntas sin respuesta: ¿Cómo se fabrica esta ropa tan rápido? ¿Cómo se benefician estas empresas de precios de mercado tan bajos? ¿Adónde va esta ropa una vez que expira su asombrosamente breve vida útil? Y más importante– ¿Quién paga las consecuencias?
La verdad es que, tras bambalinas de estas tendencias incesantemente rápidas, hay un proceso de producción aún más rápido, que se basa en el uso de mano de obra en el extranjero con salarios bajos y procesos y materiales que contaminan el medio ambiente. Estas verdades han estado bien escondidas, pero sus consecuencias son tangibles; La moda se ha convertido en la segunda industria más contaminante a nivel mundial, sólo por detrás de la industria petrolera.
Difícilmente se puede culpar a los compradores de moda rápida, ya que estas corporaciones multimillonarias han logrado mantener a sus consumidores en la oscuridad. Según el grupo sin fines de lucro Fashion Revolution, solo alrededor de 0.8% de las marcas líderes en el mundo son transparentes sobre los salarios que ganan sus trabajadores. A medida que estos gigantes minoristas continúan expandiéndose, también lo hace la urgencia de concienciar al consumidor.
Para crear un cambio, primero debemos comenzar con la verdad:
Impactos Sociales
“La moda rápida no es gratis. Alguien, en algún lugar, está pagando el precio”. –Lucy Siegle
La asombrosa variedad de opciones, la velocidad del filtrado de tendencias y los precios de mercado económicos que los consumidores disfrutan de las marcas de moda rápida tienen un coste. Un estudio realizado por The Clean Clothes Campaign sobre una sudadera con capucha de Zara revela cuánto. La investigación encontró que solo un poco más de 1% del precio de mercado de la sudadera con capucha terminó en el bolsillo de los trabajadores de fábricas textiles en el extranjero. Si bien Zara acumuló un patrimonio neto de casi 13.500 millones de dólares estadounidenses en 2021, los trabajadores que confeccionaron la ropa real ni siquiera ganaban salarios dignos.
Esta disparidad alucinante es parte de lo que hace que las ruedas de la moda rápida sigan girando. La mano de obra extranjera es conveniente para estas empresas porque a menudo es barata, no está regulada ni protegida por afiliaciones sindicales, lo que explica en gran medida por qué las marcas gigantes de hoy pueden ofrecer precios de mercado tan bajos y seguir acumulando millones.
Con estas consideraciones en mente, el concepto de “moda low cost” en realidad no existe. Siempre hay un coste. Y si el consumidor no la está pagando, lo más probable es que alguien más lo esté.
Impactos ambientales
“Cuando compras moda rápida, no importa cuántas veces laves tu ropa, nunca estará realmente limpia”. – Laura François
No es solo la mano de obra barata lo que hace posible estos bajos precios de mercado, sino también los materiales baratos y de baja calidad. Muchas marcas de moda rápida utilizan poliéster, acrílico y nailon en cantidades excesivas, que contienen microplásticos no biodegradables que liberan cantidades significativas de emisiones de carbono al medio ambiente. De hecho, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la industria de la moda representa casi 10% de las emisiones globales de carbono, más que el transporte marítimo y la aviación combinados. Estos materiales pueden tardar hasta cientos de años en degradarse y pueden ser extremadamente dañinos para la vida animal y marina. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aproximadamente 35% de todos los microplásticos en el océano provienen de materiales textiles sintéticos como estos.
Otro material dañino y de baja calidad comúnmente utilizado por las marcas de moda rápida es una alternativa barata al algodón llamada viscosa. Aunque la viscosa está hecha de pulpa de madera, su proceso de producción dista mucho de ser natural, ya que utiliza altas concentraciones de productos químicos tóxicos y aguas residuales, además de contribuir a la deforestación. Sin embargo, incluso las marcas que optan por el algodón real en lugar de la viscosa no necesariamente lo están haciendo mejor, ya que se utilizan altos niveles de pesticidas dañinos en el proceso de crecimiento del algodón.
Incluso más allá de los materiales reales utilizados por las marcas de moda rápida, está la gran cantidad de agua que se desperdicia en sus procesos de producción. Según el Impacto Ambiental de la ONU, la industria de la moda representa alrededor de 20% de aguas residuales globales. Este desperdicio ocurre a lo largo de múltiples etapas de la producción de ropa, desde el uso excesivo de agua en la producción de algodón (la camiseta de algodón promedio usa alrededor de 3000 litros), hasta la escorrentía de tintes y productos químicos que contaminan grandes cantidades de agua dulce.
La era del consumo excesivo
“¿Qué pasaría si empezáramos a reducir la velocidad y no consumiéramos tantas cosas, solo porque están ahí, son baratas y están disponibles?”. ‑Andrés Morgan
Los consumidores de moda de hoy están lejos de ser minimalistas. El rápido ritmo de evolución de las tendencias alienta a los amantes de la moda a actualizar constantemente sus armarios. Cambiar piezas viejas por nuevas y compilar armarios tan grandes que probablemente podrían representar el tamaño de los armarios de sus bisabuelos y sus abuelos juntos. En esta era de consumo, parece que demasiado nunca es suficiente; y hay hechos que lo prueban. El consumidor promedio hoy compra 60% más artículos de ropa que hace quince años., y además de esto, cada elemento solo se conserva la mitad del tiempo.
La moda rápida alimenta a la perfección esta fiebre del consumo excesivo; y algunos incluso pueden argumentar que es lo que lo creó. La combinación de sus precios de mercado demasiado buenos para ser verdad y productos de baja calidad y vida útil corta crea un ciclo tóxico que gira y gira. Los compradores compran su ropa en cantidades asombrosamente grandes, ropa que usan y disfrutan solo por breves períodos de tiempo, hasta que la producción de baja calidad de la ropa comienza a verse o su moda momentánea se considera obsoleta. ¿Qué pasa después?
Los artículos se desechan y se emprende otra compra masiva: el ciclo vuelve a comenzar. Pero, ¿adónde va la ropa una vez que se desecha?
Con la comprensión de cuán perjudicial es para la tierra la ropa producida a bajo coste, no es de extrañar que comprar y desechar estos artículos en volúmenes tan altos solo acelere las consecuencias ambientales. Además de esto, los niveles más altos de consumo producen una mayor demanda, una carga que se filtra de arriba hacia abajo, hasta llegar a los trabajadores de las fábricas en el extranjero, que están constantemente sobrecargados de trabajo y mal pagados, sin un respiro a la vista.
Estas consecuencias sociales y medioambientales recaen, por tanto, no solo en la conciencia de estas gigantescas marcas, sino también en la de sus consumidores, cuyo consumo excesivo comprobado es el combustible que mantiene en marcha la fast fashion.
Únete al movimiento
“Como consumidores, tenemos mucho poder para cambiar el mundo simplemente teniendo cuidado con lo que compramos” ‑Emma Watson
Los consumidores no son impotentes. Lejos de ahí. De hecho, los consumidores tienen todo el poder en sus manos. Sin ellos, las marcas de moda rápida no son nada. Si es la demanda y el sobreconsumo del consumidor lo que mantiene el fast fashion rápido, también podría ser la conciencia del consumidor la que ralentiza el daño de la moda rápida para siempre.
La verdad puede ser el primer paso, pero con la verdad viene la responsabilidad. Corresponde a los consumidores de moda informados romper este ciclo e informar a otros para que puedan hacer lo mismo. En Paradigme Mode, nos apasiona generar cambios, pero también entendemos que ser un comprador consciente no siempre es fácil. Para ayudarte, reunimos algunos consejos simples para guiarte en tu próxima aventura de compras y en adelante. Deja que éste sea tu primer paso hacia una nueva comunidad de moda. Una comunidad de unidad, cambio y esperanza. Únete al movimiento con nosotros:
Consejos para el comprador consciente
- Verifica la etiqueta de precio. Considera, ¿tiene sentido? Una vez que tengas en cuenta todas las diferentes personas y procesos que intervienen en la fabricación de una camiseta singular, ¿sería realmente posible que se vendiera por solo 5 USD? Si el precio de un artículo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente sea porque lo es.
- Comprueba el material. ¿De qué está hecho? ¿Es biodegradable u orgánico? ¿Es de alta calidad o parece duradero? Alejate de: poliéster, nailon, acrílico, viscosa, algodón no orgánico. Ópta por: Algodón orgánico o reciclado, lino, cáñamo, poliéster reciclado.
- Invierte en piezas más duraderas. Cuando vayas de compras, considera qué piezas realmente perdurarán en tu armario. Esto no solo significa buscar ropa de mayor calidad, sino también abandonar la ostentación de las tendencias que van y vienen y comprar piezas que resistirán el paso del tiempo. Si no te ves usándolo dentro de cinco años, ¿es realmente una necesidad?
- ¡Compra de segunda mano! Si te encuentraa en el área de París, echa un vistazo a nuestras tiendas vintage y de segunda mano favoritas aquí. La ropa de segunda mano es una de las pocas formas de comprar sin dejar huella ambiental, sin mencionar que es una excelente manera de crear un guardarropa único.
- ¡Armario limpio! A veces, una inmersión en las profundidades de su armario funciona tan bien como un recorrido de compras. Las tendencias se mueven tan rápido que es probable que algunas piezas antiguas que dejaste en un estante experimenten una segunda vida.
- Verifica la calificación de transparencia de una marca en el Índice de Transparencia de la Moda 2022. Desafortunadamente, el “greenwashing” es muy común en el mundo de la moda hoy en día, por lo que hacer una investigación previa puede ser vital para asegurarse de que una marca no te engañe.